Todavía guardo un tenue recuerdo bajo llave, de curas y gente llorando con manos en la frente, desmayos de señores con el entre cejó fruncido, y niños bailando al ritmo de melodías que ni yo entendía. Aun transitaba mi época de dos colitas, vestidos floreados, y las puntas de mis pies contra los mosaicos, para mirar hacia ese escenario que me era obstruido por manos en alto. Junto a mi una señora sostenía un libro de tapa roja, que en letras doradas decía "Santa Biblia" siempre había querido una de esas porque eran lindas, y sabian estar en manos de las señoras de cabellos bien peinado, con cadenas de oro colgando de sus cuellos. Mientras que nosotros andábamos con la Biblia del nuevo testamento, chiquita con letras doradas, esas que te dan los mormones para que tengas razón de ir a su templo, alguna excusa que te haga cuestionarte. La mujer abría la biblia en cualquier parte, al azar y leía un vers...