Susto
Se convierte en miel la angustia, cada vez que el reloj marca las doce de la noche pasada. No hay ningún hechizo, solo la abrupta realidad y la nostalgia que cabalgan en un juego sediento con los pensamientos de mi mente.
Me rompo, me dejo inundar por estas manos propias que son la mímesis de los sueños que no cobran cuerpo, ni mucho menos voz.
Voy a arrancar la agujas del reloj, para llenar de sangre la alfombra. Quiero asesinar estas ánimas, para poder darle paso al aire fresco de la mañana.