Singular
Yo renuncio a vos.
Renuncio a tus ideas celebres, que tanto me endulzaron el corazón, pero ahora solo parecen ser parte de alguna leyenda urbana que fue consumida por un grupo de giles que mira de frente con dos vacíos por ojos.
Me suelto de tus manos, que tanto sabían escarbar dentro de mi alma en sus noches más oscuras o brillantes, que conocian como hojear los libros de la buena memoria, pero que ahora solo tiran flechas sobre una casa sin techo, y sin paredes.
Te dicto la sentencia, mientras veo como mis manos se atan a una silla de claveles, a lo lejos vos hermoso ex convicto de mis sueños, sos arrastrado por una marea de lava, la cual comienza a derretirte esos jazmines que tanto llenaron mi jardín.
El fin a llegado, y me toma por sorpresa, es un ladrón en punta de pie invadiendo el museo de mis recuerdos. Las letras se escapan, bailan sobre un lienzo que ya no es virginal, ahora te pertenece para siempre, parece jamás agotarse esta manía mía de regalarte partes de mi alma. Pero aun así el fin está de gala, y yo no planeo perderme esta velada, mi amor.
Acá van mis últimas palabras,
Acá van los últimos suspiros,
Acá van los últimos silencios convertidos en gritos.
Acá va todo lo que fuimos.
Se terminó el plural, y viajo al singular en estampida.
No soy buena para caminar de regreso a un hogar donde se muy bien que no voy a tener donde descansar.
Yo renuncio a vos, y me entrego a la inefable sensación que dejo tu deserción.
Renuncio a tus ideas celebres, que tanto me endulzaron el corazón, pero ahora solo parecen ser parte de alguna leyenda urbana que fue consumida por un grupo de giles que mira de frente con dos vacíos por ojos.
Me suelto de tus manos, que tanto sabían escarbar dentro de mi alma en sus noches más oscuras o brillantes, que conocian como hojear los libros de la buena memoria, pero que ahora solo tiran flechas sobre una casa sin techo, y sin paredes.
Te dicto la sentencia, mientras veo como mis manos se atan a una silla de claveles, a lo lejos vos hermoso ex convicto de mis sueños, sos arrastrado por una marea de lava, la cual comienza a derretirte esos jazmines que tanto llenaron mi jardín.
El fin a llegado, y me toma por sorpresa, es un ladrón en punta de pie invadiendo el museo de mis recuerdos. Las letras se escapan, bailan sobre un lienzo que ya no es virginal, ahora te pertenece para siempre, parece jamás agotarse esta manía mía de regalarte partes de mi alma. Pero aun así el fin está de gala, y yo no planeo perderme esta velada, mi amor.
Acá van mis últimas palabras,
Acá van los últimos suspiros,
Acá van los últimos silencios convertidos en gritos.
Acá va todo lo que fuimos.
Se terminó el plural, y viajo al singular en estampida.
No soy buena para caminar de regreso a un hogar donde se muy bien que no voy a tener donde descansar.
Yo renuncio a vos, y me entrego a la inefable sensación que dejo tu deserción.