La vida

Mis viejos hablan de la libertad, como si se tratara de alguna pariente lejana que se fue a vivir a otro país.
Hace mucho que no saben de ella, siendo que en un pasado no muy lejano, salia a compartir cosas con ellos colgándose de sus manos casi como un accesorio mas del momento, y raspándoles las ideas para crear vida en los espacios oscuros, ya que donde las cadenas atan, la libertad se convierte en llave.
Ahora la pariente lejana viene cada tanto en una típica visita de medico, como dirían ellos. A veces les pasa por al lado sin siquiera mirarlos, en un grupo de pibes que apenas van rozando la inocencia o la picardia que se escapa del cascaron, cuando la vida aun mantiene intactos los sueños y la idea de que las abejas no pican.
La libertad ahora no es una amante que se va con vos después de una fiesta, o la risa de tus amigos a las tres de la mañana alrededor de una fogata. Pero si despierta en las tardes de bicicleta que mi viejo se obliga a emprender para que no se duerman las ideas. Aparece cuando mi vieja agarra un libro de poesía, y manda a la mierda en actos a sus cadenas físicas, para darle vergüenza a lo imposible, y regalarle estadía eterna a la lucha.
Vemos lejano a todo aquello que en realidad no se pierde, sino mas bien muta para amoldarse o quedarse por siempre en nosotros, aunque no lo veamos. Por lo tanto, jamas se trato de una prima lejana, la libertad se convirtió en ellos mismos, y los saca a pasear todos los días para recordarles que mientras las flores del jardín anuncien una nueva estación, y el viento las mueva en un vals continuo, podrán ser libres, incluso mas allá de la muerte.

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