Los ángeles caídos y sus miedos al pasado

Estaba sentada sobre el techo de un colectivo de la empresa mayo. Apenas la madrugada comienza su inicio, marcando el reloj las tres de la mañana. Hacia mucho que no llovía, así que aprovechar estos momentos me llenan el alma un poco más. La soledad no me molesta en absoluto, lo que me molesta es el silencio que se crea frente a tantos pensamientos juntos. Doy un suspiro y cierro los ojos, sintiendo como el agua moja mis pechos, como las gotas de lluvia caen rítmicamente sobre esta ciudad.
-¿Te diste cuenta que la gente es rara? ¡va! Digo, los terrícolas.
No tengo necesidad de abrir los ojos, aquella voz ya casi era como mi voz de la conciencia, podría reconocerla incluso después de mil años de ausencia...aunque apenas fue un año.
-Los terrícolas no son raros, simplemente tienen miedo.
Sentencio. Lo escucho caminar, y de un momento a otro puedo sentir ahora su voz junto con su presencia a mi lado.
-¿Que es el miedo?
-No se como explicarlo en palabras...
Ambos guardamos silencio. Durante los veinte minutos restantes solo se oía el caer de las gotas, y algún que otro sonido de terceros existiendo.
-Alma ¿puedo preguntarte algo?
-Si.
-¿Por que tenes un ala negra y otra blanca?
-Porque soy un ángel caído. No siempre fui buena.
-¿Por que te enviaron a la tierra?
Abro los ojos lentamente, encontrándome con sus ojos. Esta impaciente, y yo algo nerviosa.
-Porque...-trago saliva, hablar sobre esto en voz alta es tremendo, las veces que si lo hice fui retribuida de peor forma. Contar es ser yo misma, y ser yo misma era malo por eso estaba donde estaba.-Eh...
-No te voy a juzgar.
-Lo sé. Pero no puedo.
-¿Por que no podés?
-Porque tengo miedo.
-¿Miedo de que?
Nos miramos un largo rato, me gustaría que pudiera leer mis pensamientos.
-De que veas quien soy.
-¿Todo este tiempo no lo fuiste?
-Si.
-¿Entonces?
-Ya esta, Alien, es solo parte del pasado.
Me pongo de pie y camino sobre el techo del colectivo. El no se mueve.
-Tu pasado también es parte de tu historia, por lo tanto sos vos.
-No, yo ya no soy eso.
-Si lo sos. Mientras no puedas contarme tu historia sigue atandote, sigue controlandote. Tenes miedo de que yo huya por ello, porque en realidad estaría huyendo de vos. Por lo tanto, seguis siendo vos.
Aprieto los párpados y niego.
-No es así.
-¡Si es así!-dice tajantemente, enojado, se que está enojado puedo sentirlo.-¿Por que no podes contarme?
-No es con vos el problema, alien, es conmigo. Por favor no te enojes. Algún día cuando estemos sobre las cataratas voy a contarte.
Se pone de pie y me mira, frunciendo el ceño.
-Yo te conté hasta cuando maté unas estrellas sin querer. Te conté mi escapatoria al compromiso intergaláctico, me manifesté como un ser real sin temor alguno.
-Lo sé. Pero esto es más profundo. Y tenes razón, mientras esto me cueste seguiré siendo yo-hago una mueca, para acto consecuente darle la espalda-¿Vos querías saber que es el miedo, y porque te dije que no somos raros sino miedosos?
-Si.
-Bueno, esto es el miedo.
-Entonces yo también lo sentí alguna vez.
Murmura.
-¿Cuando?
-Cada vez que me voy, tengo miedo de no volverte a ver. Es amor, miedo, todo junto.
Se ríe y yo me empiezo a reír con el. Camina hacia mí, toma mis manos. La textura de sus manos es húmeda, como una gelatina, suave, y yo soy fría, dura, pálida ¡oh!
-Vamos a tomar licor de sabor a jazmines con rosas cian-me propone, y yo lo miro sin comprender-¿No sabes que es?
-No. Claramente.
-Bueno. Ahora lo vas a probar. Cerra los ojos.
Hago caso a su mandato. Ambos contamos hasta tres, y cuando los abro estamos sobre la punta de obelisco, Alien sostiene una botella de licor, mientras sonríe.

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