La ciudad
El sonido es estridente, los autos parecen moverse en un vals que nunca termina. Las bocinas en conjunto con el bullicio, acaban de crear una especie de soundtrack que no deja a los poetas pensar en sus próximas poesías, en voz alta.
La gente ya no camina, corre, todos para el mismo lado, ninguno se desvía aunque sea un chiquito como para hacer pensar a los otros ¿qué pasa? ¿Por qué vamos todos para el mismo lado? Es que ya nadie piensa, todos están ocupados en no permitir que las máscaras que llevan no caigan sobre el asfalto. Pero de golpe hay uno, o una, que detiene su paso, así casi en un descenso, como si fuera en cámara lenta y creo que acaba de gritarle al viento sin siquiera hacer el intento de abrir la boca. Se toca la cara, tímidamente, con la yema de sus dedos, hasta que entonces se topa con el plástico de la mascara, ante la sorpresa da un respingo, acaba de descubrir la vida ¿ahora que?
Como buen ser humano comienza a caminar, pero ahora más rápido que el resto, pasándose entre medio, temblando de pies a cabeza como si no se, como si…se detiene de golpe, pero ahora de repente, en seco. Toma aire y cierra los ojos, aprieta las manos atajando a las locas ganas de tocar su mascara. Lo hace rápido, tan rápido que podríamos crear alguna melodía que hable sobre las fugas de la conciencia, y entonces la arranca ¡LA ARRANCA! Ahora el viento le toca la mejilla, la locura le golpea la puerta, el silencio le empieza a recitar letras que apenas comprende. Se gira, casi con gran temor, comienza su camino chocandose suavemente contra los que vienen en sentido contrario
-¡Correte!
-¡Dale movete!
-¿Por que mierda no caminas para el otro lado?
-Siempre queriendo mostrar rebeldía, como si esa fuera la solución como si…
Ahora ya no camina, trota, y no es algo suave ahora son empujones, de repente ya no hay empujones ahora hay nuevas formas de pasar hacia el otro lado sin necesidad alguna de interrumpir el paso de las mentes quietas, pero ahora ya no trota, ahora corre. Corre sin máscaras, todos están viendo cuando llora, cuando ríe, cuando se enoja, cuando se enamora, ahora están viendo su cara humana.
Ahora ya no corre, ahora escribe poesía.
Ahora ya no busca, ahora el arte acaba de ofrecerle estadía.
Ahora los enmascarados le miran, y comienzan a transpirar debajo de sus mascaras.
La rebeldía se convierte en la solución, ahora todos quieren leer poesía.