Jardin de Gente
Es de noche, da la casualidad que siempre es de noche cuando decide salir de la cueva. Generalmente durante el día estudia, pinta, lee o escribe. Escribe desesperadamente, como quien busca encontrar un ancla en el océano.
El llamador de ángeles suena cuando abre la puerta del bar, y todas la miradas se dirigen hacia ella, pero por su parte solo mantiene la mirada en buscar donde sentarse para tomar algo, una cerveza, un vino, un whisky, alguna mala o buena decisión, algo. Esta pérdida hace unos meses, pero de ella misma, se siente como si estuviera en territorio nuevo ¡qué hijo de puta el tiempo! No curaba las heridas, los libros de romances eran unos mentirosos: no hay tal salvación, no hay olvido.
A lo lejos divisa un hombre solo, como ella, sentado tomando una copa de vino. No duda mucho, se dirige y se sienta frente a él en la mesa.
La música suena de fondo, la gente habla y se ríe, otros cantan la canción que suena, todos están metidos en sus mentes. Incluso ellos, justo ahí.
-Extraño número uno ¿vos?
La voz del tipo se hace escuchar. Ella deja su bolso en el piso, como siempre, y llama al mozo al cual le pide una botella de vino, la más barata. El mozo se va y queda de nuevo a solas con el extraño número uno.
-Extraña nocturna. Un gusto.
-El gusto es de tu parte, de la mía solo es un ugh.
-¿Existe el sentimiento o emoción "ugh"?
-Hay tantas cosas que existen y no tenemos los huevos para verlas.
La muchacha hace una mueca, y el hombre toma de un solo trago todo el vino de la copa, para luego servirse nuevamente. En ningún momento le ofrece de su copa, de cierta forma lo agradece, tal vez el tipo ni siquiera tiene ganas de tomar su vino con ella y eso está bien.
-¿De que trabajas, extraña nocturna?
-¿De que trabajo? Pensé que esa pregunta nunca saldría de tu boca.
-Me conoces hace unos minutos. De mi boca pueden salir muchas cosas.
-¿Como cuáles?
Pregunta ella. El da un pequeño trago a su copa, y mirándola sonriendo le dice.
-¿De que trabajas, extraña nocturna?
-Escribo.
-¿Por que escribis?
Silencio. El mozo llega con la botella de vino, la cual es la misma que el desconocido número uno está bebiendo. En vez de echar el líquido en la copa toma del pico ¡es una belleza! Piensa el tipo, mientras ahora enciende un cigarrillo.
-Seguro escribis porque estas loca. Como todos los que escribimos.
Deja de tomar para mirarlo, y se le resbala una gota de vino por los labios. El desconocido se inclina sobre la mesa, y con sus labios toma la gota. No hay sorpresas, ella no se espanta, el actúa como si eso lo hiciera todos los días, tan descaradamente.
-Escribo porque no hay salida de este laberinto al cual llamamos vida. Es un desastre.
El tipo vuelve a su silla. Nuevamente toma un trago de vino, desde aquel lugar la observa.
-Si la vida es un desastre tan lindo como vos, esto sería más llevadero.
-Nos conocemos hace una hora, desconocido número uno, no te dejes llevar por dos ojos verdes.
-Tenes la capacidad para ver que el mundo es un lugar detestable, pero aun así haces arte y tomas vino del pico de la botella, dejando un poco de labial en el. No me dejó llevar por un aspecto físico, me estoy dejando llevar por una cabeza.
Estaba sonando una canción de esas que van a acorde con un bar de gente perdida. Los bares siempre están llenos de gente perdida, que únicamente ahoga sus penas en el alcohol.
-¿Cuantas historias de amor y desamor andarán dando vueltas por acá?
-Muchas. Entre ellas yo, entre ellas vos.
Se queda mirándolo, con tristeza, es un hombre tan solitario como ella, pero ambos contemplan la soledad de diferentes ángulos y perspectivas. Pero en fin, ahora en ese momento, en ese lugar del planeta, en un rincón del país estaban dos locos solitarios totalmente desconocidos, tomando vino sin compartir, hablando de la vida y la locura de los escritores.
-¿De que trabajas, extraño desconocido?
-No me imites.
-¿Que tan feliz sos?
-Imitame.
-No me digas que hacer ¿qué tan feliz sos?
-Soy feliz, cuando el alcohol me borra la conciencia de donde estoy, para empezar a hacer. Soy un adicto, extraña nocturna.
-¡Que dolor!
-Hablemos de vos en tercera persona.
-¿Tan así?
-Empecemos.
Se toma otro buen trago de vino desde el pico, y cierra los ojos, degustando como el alcohol atraviesa su garganta para comenzar un viaje directo a lo que debe ser la pérdida de locura. El la mira, la está guardando en la memoria, para esos días en los cuales este de nuevo solo tomándose una copa de vino, y tenga ganas de morirse, va a recordar que alguien alguna vez lo entendió, no está tan solo ¡oh dios mío!
La chica baja la botella, se limpia la boca y da un suspiro.
-La vi ayer mientras se vestía para irse a la facultad. Se levanta tipo seis, se sienta a un lado de la cama para mirar durante minutos hacia el ropero, una vez que toma la desicion de salir de la cama se pone de pie, se viste como sea con lo primero que encuentra. Se pinta los labios, se pone algo de mascara de pestañas, y se va con una mochila que no lleva libros solamente, lleva sueños. Va dormida, pero va, como todo en la vida. Esta dolida, hay cicatrices que no cura, pero le arde el alma, camina, sigue trazando, dibujando sus sueños con la fé de que este mundo le va a dar un lugarcito en este maldito lugar. Llora en todos lados, te juro que si.
-¿Así que llora fácilmente?
-¡Si! Llora como si fuera tan fácil como reírse de un mal chiste. Y es vegana.
-¿Vegana? ¡qué fuerza!
-Cuida a los únicos que seguramente no la lastimarian más de lo que ya está. Pero estoy segura de que cuidaría también a los que la apuñalan.
-Que miedo.
-Ella nunca lo tiene. Te juro que no, es…es…
-Es una locura.
-No. Creo que es lo más humano que hay en este puto mundo. Por eso sufre tanto.
Pausa. El vuelve a tomar de su copa, pero está vez sin dejar de mirarla.
-Nadie la merece.
-Yo creo que si.
-Yo creo que no.
-¿Alguna vez le escribiste al amor?
El negó.
-Las veces que le escribí tuve que romper las hojas. El amor te lleva de viaje a las playas y te deja ahí tirado solo, para que vuelvas haciendo dedo. Te terminas subiendo en el primer auto que te lleve de vuelta a casa.
-Hablame de vos en tercera persona.
-A ver...ayer llegue de nuevo al bar, como cada fin de semana, y lo vi sentado en la misma mesa de siempre, encorvado pensando, tarareando alguna canción que le recuerda las veces que no estuvo solo, llena servilletas de escritos y las guarda en el bolsillo de su jean. Le faltaban seis materias para recibirse de un carrera universitaria, pero de golpe se sintió como en algo totalmente absurdo sin sentido. Estaba estudiando para ser alguien ¿pero ya no lo era? El y su locura por luchar contra el sistema opresor
-¡Que hombre!
-Y no sabes cuál. Esos sueños de revolución lo hicieron viajar más que los vicios. Soñador a más no poder, ilusionado por la vida, feliz de tener el valor
-¿Y entonces que pasó?
-La vida pasó. La vida y sus verdades absolutas
-No hay verdades absolutas
-Si que las hay. Capaz si hubiera terminado la universidad, si solo no dejara que el engaño lo hundiera tanto, seguramente estaría con una mujer como vos, su mamá estaría orgullosa de el y su padre nunca jamás lo lanzaría fuera de casa. Haría el amor con vos toda la noche, el resto de su vida, es más serían tan buenos humanos, se recordarían mutuamente que la vida es difícil pero se tienen el uno al otro. Pero…
-La vida pasó.
-Vos estás a tiempo.
Ella asintió y dio un último trago al vino. Se puso de pie, agarró su bolso del piso, lo miró desde allí.
-¿Querés casarte conmigo?
El desconocido largo una risa, y dio un suspiro.
-El vino ya te hace efecto.
-Como a vos. Cásate conmigo.
-¿Y el divorcio?
Ella se encogió de hombros.
-Lo pagamos juntos después. Pero mientras tanto hagamos el amor, en la cama, y en los escritos.
El guardo silencio, y la vio partir. El llamador de ángeles sonó detrás de ella, una vez que partió. Se puso de pie dejando la plata de la cuenta sobre la mesa, camino hacia la puerta y el llamador de ángeles sonó detrás de él.