La flor

Cuando la depresión guarda silencio, el insomnio hace sus maletas, las drogas se cambian de casa, el alcohol fantasea con otras camas y el odio personal ya no tiene lugar en el balcón,  solo ahí es momento de mirarse fijamente en el espejo y sonreír: triunfamos. Pero eso no es contrato permanente, no es agua de océano, es simplemente un poco de mermelada para el pan de la mañana, aún nos espera el resto del día.
La vida comienza, y nosotros abrimos las puertas cuando aceptamos que la depresión puede nuevamente comenzar su habla, el insomnio vaciar sus maletas, las drogas quedarse en casa, el alcohol dormir en nuestras camas y el odio personal armar una fiesta en el balcón.
La vida comienza cuando aceptamos que los contratos permanentes no existen, nos define lo que hacemos durante la guerra para lograr llegar a los prados a tomar un té aunque las heridas ardan. La vida comienza en la aceptación de que las heridas no las va a curar el tiempo, las vamos a curar nosotros mismos afirmando nuestra mirada en el espejo, contemplando desde nuestro sol hasta nuestra luna, y saber convertir con ellos en buenos días y noches nuestra vida.
La vida comienza en la flor mirando hacia el sol. La muerte llega en la resignación de las raíces.

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