Manojos de la vida, en tiempos de caos
Como duele el pecho, apretando
justo ahí debajo el estómago cerrado,
y la garganta más arriba en un nudo,
los ojos empiezan a demostrar
lo que la boca no dice,
mientras que la mente
se convierte en la madre de todo
este caos fehaciente,
fallando ante la reproducción
de los buenos presagios
para darle al torpe corazón
una tregua de toda su melancolía
enredada entre sus cuerdas.
Y central, como un dios,
la vida apretando
pero no asfixiando.