El alien miedoso.
Abro los ojos y estos son suavemente encandilados por la luz del sol que entra por la ventana, que da justo frente mi cama de hojas otoñales. Doy un bostezo y me sorprendo al ver a un lado de la ventana a Alien, el cual se encuentra mirando, casi espiando hacia aquella naturaleza que se dibuja detrás de mí ventana. Sonrio, para no reír, y me quedo mirándolo.
—¿Por qué no salis a mirar?
—Porque el sol me hace mal. Mi piel no está preparada para tanta luz, por lo tanto solo me voy a limitar a verla desde acá.
—¡Pero estas escondido! —empiezo a reír. —¿como vas a apreciarla así?
El se da vuelta y se queda mirándome.
—¿Nunca sentiste miedo, Alma?
—Obvio que si. Muchas veces.
—Bueno, yo le tengo miedo a la luz. Por eso solo salgo de noche.
—¿Alguna vez saliste al sol? —me pongo de pie—¿O algo cercano a eso?
—Si. Solo una vez salí y tuve ampollas por todo el cuerpo. La raza extra terrestre a la cual pertenezco es a los verdes, por lo tanto tengo una piel super sensible.
—Mentís.
—¡No!
Ambos nos quedamos callados. Agarre su mano, la cual era algo cremosa, y tire de él haciendo que quede frente a la ventana. Automáticamente me miró espantado y las cortinas se cerraron solas.
—Abrí las cortinas.
—No.
—¡Saca ese no de tu boca!
—¡Saca la fantasía de tu cabeza!
Me grita y ambos volvemos a quedarnos en silencio nuevamente.
—Abrí las cortinas.
—No quiero.
—Si queres. Si no quisieras ni siquiera estarías queriendo ver a través de ellas, y no seguirías parado acá discutiendo. Abrí las cortinas.
Silencio.
Me pongo en puntas de pie y abro las cortinas. El sol nos golpea suavemente, y ambos achinamos los ojos. Alien me mira enfadado.
—No tengas miedo. Por miedo te estás perdiendo todo eso. Mira.
Lo tomó de las mejillas y giro su cabeza hacia la ventana. Su rostro se apacigua frente a los árboles y río que hay detrás de ella. Da un suspiro.
—¿Vos decís que no me va a hacer mal?
Nos ponemos derechos, mirando por la ventana hacia el majestuoso paisaje.
—No lo se. Pero tengo una sombrilla, la podes usar, y nos vamos a tomar mates con rosas saborizantes.
—¿Y si me quemo?
—No te vas a quemar. A esta hora de la mañana no pasa nada. Probemos que con probar no perdemos nada.
—¿Y si perdemos?
Lo miro y sonrio con ternura.
—No pasa nada—me encojo de hombros —Lo volvemos a intentar, pero con esta vez sombrilla, ropa y protector solar.
Me dedica una tímida sonrisa y asiente.
—Gracias, Alma.
—De nada alien. No hay que perderse de la vida, el amor, la risa y...
—¿Las birras de meteorito?
—¿Y eso?
La tarde pasa entre yo y alien tirados en el pasto bajo la sombrilla, tomando mates con un poco de rosas, cantando canciones de babasonicos y riéndonos de las cosas insanas que a veces hacen los humanos. Felices por ser diferentes en un mundo de iguales.
El miedo se quedó dormido en el cuarto, y nosotros cantando el loco.