La nostalgia

Me envuelvo en insulsas palabras que creo que son verdad. Por las noches me dejo abrazar por unos fríos brazos que me dan calor, pero en la mañana nos deshacemos, terminando sueltos por ahí en universos diferentes pero no me importa, me desprendo.
Camino calles que me recuerdan en cada pisada a pasos viejos, los olores son nuevos pero sin querer me encuentro recordando viejos tiempos.
Me conformo con el "casi" de otros besos, con los "te quiero" de otros labios y con las promesas de otros cuerpos. Tan básico como eso, tan derrotado como el tiempo que se escapa entre mis manos sin poderlo sujetar, sin poder exigirle que se quede.
Te solte, me arranque, pero aunque las agujas del reloj se esmeren en avanzar con velocidad, llevandose noches y días detrás de si, yo me siento inmersa en tanto caos. Entiendo, cruelmente entiendo ese puto refrán que dice "Uno siempre vuelve a los lugares donde amo la vida" si, es verdad, uno vuelve, pero en otros tiempo, en otras caras, en otros cuerpos, buscando ese lugar, buscando esos viejos tiempos, buscando encontrarse con esa misma cara y tocar ese mismo cuerpo, dormir en el mismo lugar. Pero no. Son otros.
Y así va, arrancando, como se puede, de  paso a paso siempre, en primera, jamás en quinta.
Uno vuelve, pero ya no es lo mismo.
Ahí esta eso que tanto buscamos y no sabemos que es, todo duerme ahí como si te recordara el gusto justo que necesitas, pero jamás alcanzas.
¿Cuantos años se busca? Es que el tiempo paso tanto que parece darme una certeza bastante tajante. Si no bastan con diez años, mucho menos van a bastar con cien.
Entonces me miro en el espejo, creo un dios en el cual ya no creía pero por ausencia de autoestima vuelvo a creer. Ruego en silencio una tregua, un cambio de libro, y le pido que si toca otra vida el lugar en el que se ama la vida no sea tu cielo, sea solamente mi cielo, que me convierta en maldita, orgullosa y narcisista.
Perdon, perdon por arrancar, por buscar en otro lugar y no volver como tiene que ser. Pero no hay redención al cielo, después de tanto infierno.
Maldito ser humano
Maldita necesidad
Maldita yo
Malditos todos
Maldito amor que viene para luego irse arrancando todo, desvalijando la vida para hacernos caer en la vacía existencia sin su presencia.
El color pierde su brillo, quedando desgastado y con espinas.
En una ciudad prendida fuego duermo, te haces presente en el recuerdo, mientras beso otros tiempos, y tiemblo. Me muero.
Ni el vino me va a llevar de nuevo a tu paraíso. Cruel verdad, asqueroso destino. Me refugio entre las sabanas de la noche, esperando el pasaje directo hacia un temporal olvido.

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