Adan y Eva.
Y el la mira como si en ella se encontrará el tesoro más grande del mundo. Después de largos viajes por el desierto en busca de un manantial de aguas, descubrió que la vertiente más grande estaba junto a esa diosa, supo entonces que podía vivir sin aquella mujer pero no quería hacerlo. Entonces, se descubrió así mismo, sin querer queriendo: amándola.
Pero no todo es color de rosa, y esto es la vida real; cuando el decidió regalarle esa tan esperada mirada, ya era demasiado tarde, ella ya no lo amaba, y del desamor no hay redención ni continuación.