Fragmento de "Hijos del rigor"
Acá va un pedacito no más del libro que vengo escribiendo hace como dos años. Prometo algún día subirlo completo, cuando recién lo termine jajaja ❤
"Miguel camino apresurado por la avenida, atravesando está sin siquiera mirar como los autos frenaban o lo esquivan ante su incoherencia. Las bocinas de estos no lo traen al si, porque la razón que lo hace actuar así esta en el edificio de enfrente.
La policía rodea el lugar, vallandolo todo alrededor pero eso no le da razón para detenerse.
—¡Flaco! No podés pasar, para un poco—uno de los policías se pone frente a él y lo detiene colocando una mano sobre su pecho.
Miguel levanta la mirada algo aturdido y lo mira bastante confundido. Su cabeza no deja de gritar.
—Tengo que pasar. Dejame. Soy amigo del pibe—dice quitándole la mirada y dirigiendola hacia la puerta del majestuoso edificio que se dibuja frente a él.—Dejame entrar, yo puedo evitar que se mandé la cagada de su vida.—regreso la mirada hacia el policía, con total determinación hacia sus palabras.
El hombre uniformado suspira y lo suelta con un poco de desconfianza que aún así basta para que Miguel se sienta un poco más aliviado. El oficial asiente en aprobación de la petición o sugerencia de él y lo deja avanzar.
Sin más corre hacia la puerta y entra. Dentro del lugar todo es silencio absoluto, no hay ni una sola persona afuera, ni siquiera los recepcionistas.
Llevo su mirada directo hacia la escalera que dirigía hacia los pisos siguientes. Sin mas corrio hacia ellos y comenzó a subir, sus pies se resbalaron en los últimos escalones del cuarto piso y trastabilleo, por primera vez se arrepintió de esas tantas veces que el psiquiatra le dijo que tenía que dejar sus "malos hábitos" porque algún día iba a notar que estos eran impedimentos futuros para lo que iba a ser su vida..."Si es que llegas vivo a los 28". Esta era la primera vez que sin cobardía le daba la razón al especialista.
No había tiempo para auto crítica y odio interno, ya había dedicado demasiados años a ello.
Se puso de pie y llego al cuarto piso totalmente agitado. Su mirada se deslizó por el largo pasillo frente a él. La única puerta que estaba abierta atrajo su atención, y fue ahí cuando vio a Martín de pie y de perfil, con una mano extendida hacia el frente. Tenía un arma.
—¡MARTIN!—Grito desesperado. Corrio al encuentro de este y abrazándolo lo tiró al piso.
El disparo salió igualmente haciendo que este golpeara en el techo.
—¡DEJAME, LA PUTA QUE TE PARIO! ¡LO VOY A MATAR!—Martin lucho contra sus brazos, pateandolo desesperadamente.
—¡Basta! ¡no! ¡no voy a dejar que te cagues la vida, pelotudo! ¡no!
—¿De que vida me hablas? ¿de esta que tengo que vivir ahora?
—¡Si! Esta sigue siendo vida, Martín.
Su amigo parece calmarse y este lo suelta, despacio. Miguel observa como Martin se hace a un lado apoyando la espalda contra la pared respirando con un poco de dificultad y observa como el anciano hombre que está a un lado de ellos, al cual hacia unos minutos estaba apuntando con un arma de fuego, se pone de pie y camina hasta donde ellos están.
Martín agarra el arma con fuerza levantando la mirada.
—Ni te acerques.
—Martin para, dame eso—exije Miguel.
—Cortala, Miguel, vos no sabes quién mierda es este sujeto.
Miguel levanta la mirada hacia el hombre, y al analizarlo bien nota que sus ojos y su nariz son exactamente igual a los de martin. Abre los ojos algo sorprendido y regresa la mirada hacia su amigo.
—¿El es...
—Es mi viejo. Este hijo de re mil puta fue el que me tiró, por culpa de el yo estoy donde estoy ¡mira toda la gita que tiene y yo cagandome de hambre!—grita lo último y se pone de pie. Miguel imita su acto.—¡POR TU CULPA!—apunta de nuevo contra el hombre y el clima vuelve a tensionarse, haciendo que el silencio solo sea el reloj que hace el conteo en un tiempo corto e involuntario de efímeros momentos jugados. —¿SABES LOS AÑOS QUE PASE PREGUNTANDOME DONDE ESTABAS? PREGUNTANDOME ¿QUE HABIA ECHO MAL EN ESTA VIDA COMO PARA QUE ME TIRARAS COMO LO HICISTE?
—Martin, las cosas no eran fáciles entendeme—espeto el hombre, tranquilo, ausente del arma que estaba ahora en su frente.
—¿Por que no volviste? ¿eh? Ahora claramente todo está bien, entonces ¿por que carajo no volviste a buscarme? ¡tenia 5 años cuando me dejaste! ¡5 años!—las lágrimas comenzaron a caer, estaban tardando, pero ahí estaban. Miguel jamás había visto llorar a un tipo tan duro como Martin, el momento lo ameritaba, pensó. Aún así no interrumpió nada, era ajeno a la escena.
—Porque ya era tarde, tu vida estaba echa. No quería que te conviertas en esto, jamás quise esto para vos, pero no tenía opción.
—Te voy a matar.
—Matame, dale hacelo. Pero eso no te va a dar nada de lo que estás buscando. Tu odio hacia mi va a seguir creciendo, y tu presente va a empeorar. Matarme solo va a agravar las cosas más de lo que ya están. Perdóname hijo.
—Baja el arma Martín, bajala—ruega Miguel con voz tranquila.—La vida es esto, loco, podemos destruir lo físico pero la mente nunca se va a callar. Hay salida, pero esta no es la forma. El tiempo no vuelve, los sentimientos muertos mucho menos, pero somos seres independientes podemos sobrevivir al sentimiento externo.
Silencio.
—No siempre.
Martín lleva el arma ahora a su propia cabeza.
Otra vez el maldito silencio.»