Retiro lo dicho alguna vez pasada de copas.
Te llenan la cabeza diciéndote que el amor solo se manifiesta
en otra persona, que el amor está escondido en el abrazo de esa “otra mitad”
que anda deambulando por ahí hasta que te encuentra en los rincones más
subyacentes de tu vida.
Nunca te dicen que eso es mentira, que solo tiene un 30% de
verdad. Te tienen que contar que el amor aparece en una tarde con amigos, en el
consejo de un hermano, en el “ojala te vaya bien en eso que tanto te estás
esforzando”, te tendrían que contar sobre el amor más grande que es el amor
propio, charlarte sobre el amor que nace en vos cada vez que trabajas en ese “hobby”
que tanto amas y soñas con que pase a ser parte de tu día a día.
Sentate en la arena y que te cuenten la tranquilidad que
encuentran en el sonido que hacen las olas al chocar contra las piedras, por la
mañana, por la tarde o por la noche. Que te charlen sobre esas pequeñas cosas
que los hace sentir grandes, amados.
Mira a tu vieja y encontrate de frente con el amor más puro
del mundo, ese amor que no da la espalda porque directamente: jamás podría hacerlo.
Tenes que saber que el amor esta en todos lados, desde el
amor a un libro hasta el amor que sentís al ver sonreír a alguien.
El amor no es el malo, los malos somos nosotros mismos que
implantamos ideales en mentes nuevas y los empujamos a creer que el límite es
ese, hasta que cruzan ese territorio pisando lo desconocido y se pierden,
lloran y mueren. El amor es el dulce de la vida, y mira que no te hablo de
dioses, religiones o todas esas cosas que también son impuestas. Te hablo de la
vida misma, de sus mil y un vueltas, de lo lindo que es ser consciente de que
los detalles encandilan llenándonos por siempre marcando sin dejar jamás que el
amor muera, porque nunca lo hace, siempre se renueva.
