Él.
Quiero hablarles sobre él, sobre sus mil y un
pensamientos que no manifiesta pero puedo leer cada vez que me mira o contempla
el momento.
Sus manos, acarician todo como si fuera un instrumento
musical, como si hubiera hecho eso toda la vida y ahí solo piensa en eso, su
cabeza no planea nada ni se preocupa por fantasmas.
Su mirada, tiene dos etapas, que son mis favoritas:
tranquilidad y alegría. ¿Por qué son mis favoritas? Porque ver estas dos
emociones reflejadas en sus ojos es como ver el amanecer contemplado por un
hermoso cielo con nubes color celeste, gris y naranja, es algo único que pocas
veces pasa. Es un hombre ansioso de futuro, nervioso y muy en el fondo sabe
bien que hay un vacio, un vacio que se hace notar cada vez que llega la hora de
entrar a casa. Pero lo quiero, me veo dispuesta a ayudarlo a curar y vendar sus
heridas, porque si hasta los pájaros vuelan después de una caída o un ala rota
¿Por qué el no podría?
Sus pies, sus pies nunca están quietos, constantemente
necesita moverse de acá para allá, sus pies necesitan cumplir con lo que su
boca no puede, entonces actúan corriendo o con la pausa completa. Es un hombre
extremista, duerme mucho o no duerme nada. Entonces todo eso se aplica en su día
a día, sin percatarse de ello o sabiéndolo muy bien pero resignándose al que
“no hay remedio para eso”
Su boca. Su boca junto con su sonrisa podría formar parte
de las diez maravillas del mundo, su boca es silenciosa y tímida pero su
sonrisa grita, congela pensamientos malos o enojos prematuros, su sonrisa habla
y te cuenta cosas con solo dibujarse en sus labios. Su boca es arte, pero arte
del bueno, un arte que podrías colgar en la pared de tu cuarto o en tu pecho y
no dejarlo ir mas. Quisiera decir algo más de su sonrisa, pero mi corto tiempo
en su vida me lo impide así que temo, tímidamente por primera vez ni siquiera
murmuro el pensamiento, solo lo dejo ahí en mi cabeza, solo para mí. Pero es
bueno, como él cuando sonríe y te mira con tranquilidad, sin ansias o malos recuerdos.
Su cuerpo. Su cuerpo es perfecto, ni mucho ni menos,
arriba o abajo, donde sea, está bien para mi, su cuerpo se mueve en armonía
tanto que me vuelve loca y me hace verle a todo lo malo lo bueno e incluso a
inventar mariposas en campos secos, solo porque él a lo imposible lo vuelve
posible y fácil, te hace creer.
Su mente. Su mente es una locura, es una maquina sin
ataduras, sin frenos, llena de sueños, de esperanzas y de música, pero algo lo
frena algo lo lleva a hacer cosas que no van acorde a todo lo suyo, y me duele.
Lo veo atado sin darse cuenta. Cada vez que camina algo lo tira de nuevo hacia
el inicio, quiero creer que no se da cuenta, quiero creer que el lucha por
romper esa cuerda.
Su mente es un cuadro de arte cubierto por un enorme telón
que baila por el viento, que busca caer para que el mundo contemple lo que hay
debajo de él. ¡Ay si el mundo pudiera ver y escuchar todo lo que yo veo!
Podría escribir y escribir todo el día sobre él, porque
es un hombre lleno de amor, de simpatía, de esa timidez que es hermosa y es que
es un hombre lleno de ganas de aprenderlo todo, me pregunto cada vez que lo veo
si esta vida le ira a alcanzar para ser todo lo bueno que es. Merece el tiempo
del mundo y merece todas las sonrisas habidas y por haber.
